25/8/15

Autoestima y egoísmo [25-8-15]

[25-8-15]
Autoestima y egoísmo

Escribe Paul Ricoeur que la estima de si mismo, lo que llamamos autoestima, es un principio básico de la ética. Tanto de la ética personal, de nuestras preferencias y prioridades vitales como, también, de la ética social.

Cabría pensar, sin embargo, que sería la estima del 'otro', la centralidad del 'otro' lo que estaría en la base de la ética social. Cabría pensar, en efecto, que la primacía de la estima de sí mismo, la autoestima, sobre la estima del 'otro', llámese caridad, llámese solidaridad, podría llevar al principio del «primero yo, después los otros». Pero esto es confundir autoestima con egoísmo, términos que, si se piensa bien, son antagónicos y, su presencia, conlleva a las personas a comportamientos radicalmente diferentes en la práctica.

La razón de fondo es esta: una persona egoísta no puede tener una buena estima de sí misma, a poca libertad de juicio y pensamiento propio que tenga. El egoísmo nos encierra en nosotros mismos, en nuestra torre de cristal, torre frágil, pues viviríamos inquietos ante todo acto o juicio externo, temerosos de que nos fuera desfavorable. El egoísmo dificulta enormemente las relaciones con los demás pues, buscaríamos en los otros, provecho personal, ventajas y oportunidades. Desde el egoísmo nuestras acciones tienen como objetivo las ventajas que podamos obtener de relacionarnos con los demás.

La autoestima, por el contrario, nace, en primer lugar, de la capacidad de tomar decisiones propias según nuestra conciencia personal, decisiones que, al menos intencionalmente, son las correctas, son las que pensamos que debemos adoptar. Para nosotros mismos, si, y para los demás también. Luego la autoestima depende inicialmente de uno mismo: de las decisiones que, en nuestra conciencia, estimamos justas.

Aunque la autoestima también depende de los demás. No somos islas. Es muy difícil sobreponerse y soportar el desprecio o menosprecio de los otros. Incluso el no aprecio o la indiferencia de los demás. Tanto más cuanto más próximos nos sean: en la vida familiar y en las relaciones en el trabajo. En la vida hay situaciones en las que, injustamente, las personas son infravaloradas. Pero, aun en los casos extremos (el detenido en campos de exterminio que decide llevar los zapatos limpios) la autoestima es preferible al egoísmo.

Por eso dice Ricoeur que la autoestima es la base de la ética. Personal y social. Si todos actuáramos movidos por el egoísmo, cada uno para sí, la vida social sería un infierno. Solamente la autoestima, estimar (en lo mas profundo de nosotros mismos) que actuamos movidos por lo que nos parece justo, permite que la sociedad sea más habitable. Tanto más humana cuanto mayor sea la autoestima de las personas que la compongan. Tanto más inhumana cuanto mayor sea el egoísmo imperante.

Una pregunta: ¿Qué impera entre nosotros, la autoestima o el egoísmo?

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