11/6/15

El miedo como mecanismo de defensa *


El miedo como mecanismo de defensa

El “miedo” es un sentimiento de los más incomprendidos, aun por especialistas de la salud mental. Los escritores de libros de autoayuda lo consideran un sentimiento propio de cobardes. Y estos gurúes de la autoayuda les prometen a sus lectores erradicarles el miedo por completo.

¡Enorme insensatez es no ubicar al miedo en su justa dimensión! El miedo es un sentimiento de angustia ante la proximidad de algún daño real o imaginario. Y si queremos comprender a cabalidad este sentimiento, tenemos necesariamente que entenderlo desde sus orígenes. Como sabemos, los actuales seres humanos somos sólo una especie de las miles de especies de monos y simios que han existido a través de la evolución, habiendo sobrevivido solamente ciento noventa y tres de estas especies. Los abuelos de estas miles de especies surgieron hace aproximadamente seis millones de años.

La actual especie humana es el resultado de una de las ramas de esa evolución primaria, con una antigüedad de seis millones de años. Como sentimiento, muy probablemente el primero que experimentaron nuestros ancestros, fue el del miedo. Esos ancestros vivían en los arboles, dada la peligrosidad de otros animales que vivían en la tierra. Tardaron varios millones de años para abandonar los árboles y vivir en la tierra y las montañas.

Si el miedo no hubiera sido el primer sentimiento de esas miles de especies de monos y simios, las ciento noventa y tres especies que actualmente viven (siendo el hombre una de ellas), no existiríamos. Como seres biológicos, el sentimiento que mayor utilidad le ha reportado al ser humano ha sido el del miedo. Muy probablemente, a los niños de unos cuantos meses, el sentimiento más intenso que padecen es el miedo a ser abandonados por sus padres. Y seguramente, el segundo sea el de caerse.

Nuestra biología, cuando siente algún malestar físico, dado que somos seres racionales, le avisa a nuestro cerebro, y éste empieza a producir inquietud, zozobra, ansiedad y, finalmente, miedo. Un fuerte dolor físico que percibamos como anormal nos atemoriza. Y cuando percibimos que nos encontramos en una situación de “riesgo”, ya sea ante una amenaza a nuestra integridad física o moral, un probable peligro para alguno de nuestros seres queridos, una amenaza a nuestra seguridad económica, etc., nuestras hormonas empiezan a generarnos miedo, en diversos grados, desde leve hasta muy intenso.

El origen de nuestro miedo por cualquier tipo de situación tiene una raíz esencialmente genética. Ese miedo de nuestros antepasados de hace millones de años se nos ha trasmitido a través de toda la evolución. En este sentido, la esencia del miedo no es la prueba de un sentimiento de cobardía, sino que se constituye en el aliado más fuerte de nosotros, un “mecanismo de defensa” que nos alerta de que algo mal nos está sucediendo o nos puede acontecer.

La ausencia de miedo no es un virtud, sino la prueba de una patología mental, o la prueba de un vicio moral, como cuando sucede en el caso de conductas nuestras “temerarias”. Somos a veces temerarios, no porque seamos valientes, sino por el hecho de que no sentimos miedo. Y quien ha perdido la capacidad para sentir miedo ha hecho a un lado a su más poderosos aliado: a su “mecanismo de defensa” que lo está previniendo de un inminente peligro de algún tipo.

Ahora bien: el miedo puede ser la consecuencia de un próximo peligro “real”, pero también pude ser el resultado de un peligro que sólo existe en la imaginación del que lo teme y sin ninguna base en la realidad. Si no obedecemos las señales de alarma de que algo anda mal en nuestro cuerpo, podemos poner en riesgo nuestra salud, y aun, nuestra propia vida.

Un genial médico inglés, Walther Cannon, fue el que acuñó la frase de “Lucha o huida”. Es decir, cuando nos enfrentamos a un problema real o imaginario, tenemos dos opciones, o bien, luchamos, o huimos. La huida es el resultado de un miedo que puede ser la mejor opción en algunas circunstancias.Critilo nos sugiere que si queremos ser más felices y exitosos en nuestra vida, lo primero que debemos hacer es comprender a cabalidad el sentimiento del miedo. Las dos próximas columnas serán una continuación.
-elsiglodedurango.com.mx-

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